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2012/07/05

Caricatura: Don Vito Corleone (El padrino)

El Padrino


El Padrino, Don Vito Corleone. Siguiendo el tema de "La Familia" (¿Mafia? Eso no existe...), no podía dejar de aparecer el más conocido de todos los personajes del Sindicato del Crimen. Probablemente también uno de los más respetados en el sentido de los valores que transmite, a pesar del contexto en el que se encuadra su vida.

Entre los seguidores de esta saga se discute mucho entre si es mejor la primera o la segunda parte (a la tercera no me referiré), pero yo voy a ir por el camino del medio: las dos. Cada una es espectacular por sí misma y funciona perfectamente de manera independiente, pero en conjunto ganan exponencialmente como unidad, no hablamos en ningún caso de una simple suma de partes. Por eso me niego a separarlas en ese sentido. A pesar de eso, si tuviera que destacar una "parte" de esas seis horas y pico que suman, me quedo con la historia del joven Vito, a pesar de que Robert De Niro no es Marlon Brando, pero como fragmento de la historia del personaje, es más interesante (no voy a decir mejor). Brando convierte al Padrino en un tipo con un carisma brutal, alguien que a pesar de todo es respetable, admirable en su sabiduría sobre la vida, el bueno de la película con sus luces y sus sombras... Y es normal que, a partir de este punto, uno se pregunte -¿Pero de dónde ha salido este tipo? Así que aparece De Niro (tampoco hay que olvidar la parte de cuando era niño) y nos dice -De aquí.  Ahhh, claro, ahora sí, las piezas del personaje engranan a la perfección. Supongo que mi debilidad por este fragmento de la historia será fruto del "estómago agradecido" que me dejó el saber hacer de esta gente a la hora de explicar los orígenes y las causas que llevaron a un pequeño inmigrante huérfano a gran capo de una de las Familias de la mafia...

En resumen, al margen de interpretaciones (indiscutiblemente impresionantes), me quedo con el personaje, uno de los mejores de la historia del cine.

El Padrino (The Godfather), 1972



Tu paraíso era América. Tenías tu negocio, la vida te iba bien, la policía velaba tu sueño con la ley, y no me necesitabas. Pero ahora vienes a mí a decir: "Don Corleone, pido justicia".

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