Eduardo Manostijeras |
Le ha costado salir a la luz,
pero ya está, con sus manostijeras, su castillo y hasta su tiranosaurio
vegetal: sólo falta la ría y sería casi como una escena junto al Guggenheim de
Bilbao en versión tenebrosa.
Esta película de hace ya más de
veinte años, es menos oscura (visualmente hablando) para lo que suele predominar
en el cine de Tim Burton, pero los ingredientes básicos a la hora de construir
la historia son más o menos los mismos de siempre: personaje principal
atormentado / inadaptado / estrafalario (a escoger, una o varias opciones), historia
de amor a contracorriente, escenarios expresionistas (en menor medida en este caso)… Y
ya puestos, hasta Johnny Depp, para que vamos a cambiar. Mundo Burton, su sello
queda claro.
En forma casi de cuento, se narra
la historia de un ser construido por un solitario inventor que no logra acabar su
trabajo, muere antes de poder dotarlo de manos y esto provoca que su
inserción en la sociedad sea prácticamente imposible. El rechazo y la soledad
del diferente es el gran tema de la película. Una historia algo triste pero que
merece la pena ver.
En todo caso, como aquí no somos mala
gente, a partir de mañana le haremos un hueco en la exposición del bar Touchard como uno más de la cuadrilla.
Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands), 1990
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